a noche y la hoja
La noche tenía ese calor azul
de las noches de invierno
y olía a luna
a quietud y a hongos.
El pelo oscuro de Tora
relucía bajo la luz de las estrellas
y caminaba
caminaba
hacia el infierno o el paraíso
o a hacia su frontera de nieve.
Hasta que una ráfaga de viento
movió una de las últimas hojas
que el otoño olvidó
en un árbol cualquiera
y la hoja cayó e hizo un ruido
como de caricia
como de labios
y yo comprendí que estaba viva
y que estar vivo
podía ser a la vez
suave y hondo.
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