Desde el espejo me observan
los labios duros de mi abuelo Ttito,
los labios duros de mi abuelo Ttito,
que fue un hombre cruel
un esbirro de los tiempos del horror.
un esbirro de los tiempos del horror.
y los ojos opacos de Herminia,
hija de un borracho y de un golpe de suerte
que libró a su madre del derrumbe de la casa
en el lejano año de los terremotos.
Me acaricia el cabello mi madre,
con sus manos de hada
Y endulzan sus pupilas las mías
clavadas en el espanto
de la presencia de los hombres.
Oh tantas lágrimas embalsadas
de tantas generaciones
de mujeres tristes.
La piel de seda de mi abuela Ana
que solo quería ser marquesa,
la delicada dama que acariciaba visillos
y tomaba tila con limón, por los nervios.
Atraviesan mi voz las palabras sensatas
del abuelo Fernado, bueno y servicial
Labrador pobre y honrado,
una sombra parda en la era al sol.
una sombra parda en la era al sol.
Se mezclan en mí
como en una caldera al fuego
sus sangres y las sangres
de rostros que no conocí
Y entre sus historias, ya perdidas,
comienza a olvidarse la mía,
ni siquiera mi rostro me pertenece.
conmovedor
ResponderEliminarGracias Xavier, tengo tantas poesías entre cuadernos y sitios de internet que temiendo perderlas todas he decidido recopilarlas en un blog. Creo que eres mi primer seguidor y que tu comentario es el primero :) Gracias.
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