Porque hemos llenado La Tierra
de cemento y de poesía,
pensamos merecer la eternidad.
Como si a los árboles que se ofrecen
a la dulce canción del viento
y a las gaviotas que sobrevuelan
las oscuras nubes sobre los mares,
les importara algo la métrica y el rítmo,
los puentes entre las cordilleras,
o el vértigo desde la Torre de Sanghai.
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