Levanté una ciudad de castillos en el aire,
acudieron los pájaros a mi cabeza
y me calcé las nubes cuando fue preciso.
Me fue mal, para qué negarlo.
Pero hubo siempre un refugio ahí,
contra los temporales y las tormentas.
Hoy me muestras un hacha afilada
para que destruya lo que no es real
me dices. Sal de los sueños,
derriba las almenas y las murallas
No son reales, me dices. Son sombras.
Habita con nosotros la verdad,
la tierra firme, esa a la que se llega
abriendo caminos, como en la selva,
cortando las hojas, pisando las flores.
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