Somos el triste cortejo
de las siete de la mañana
Avanzamos puntuales y solemnes
entre la nieve sucia y el cielo turbio
Es tal la desolación que persigue
esta procesión de faros
dolorosamente amarillos
que ya ni nos agita ni nos duele.
Así avanzamos los peregrinos del alba,
sin sueños ni ilusiones
escuchando las notas
de una vieja canción
tan mustia como las ramas de los árboles
que ni se estremecen a nuestro paso.
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