Vamos abriendo camino
con el velo de nuestro aliento
perseguidos por las heridas
de nuestras huellas sobre la nieve.
El sol es una navaja de plata.
No hay un crujido
ni un temblor,
ni un murmullo
que anuncie la primavera,
y sin embargo nos late bajo los pies
como el corazón de un asesino.
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