Amo estas tierras
porque las conocí siendo niña.
Estos cielos poderosos
con horizontes en llamas;
las doradas espigas del verano,
los aullidos de los muertos
bajo la escarcha del invierno.
Las amo, a pesar de todo,
a pesar de saber
que entrego mi alma
a un trozo de barro seco,
a una semilla de espino,
a un recuerdo.
Y que este misma aurora
no mostró piedad
cuando lentamente, unas veces,
a dentelladas fieras, otras,
devoro a sus mejores hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario