Dentro de la miel de los ojos,
se me fosilizó un insecto;
Bajo la nacarada superficie
de las dulces caracolas,
ya se oía el furor
de futuras tempestades.
Nunca pude reir a carcajadas
sin escuchar el eco monstruoso
de mi propia risa.
Embelesada con la luna
no calculé el filo de las piedras
y destrocé mis pies descalzos.
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