El viento del invierno
sacude los frágiles ramas
de los endebles abedules
y las lejanas copas
de los recios cipreses.
Una pareja de cuervos
se aferra al cielo,
violento y blanco,
sobre el abismo del bosque.
Aquí están mis ojos y mi hogar,
aquí donde las palabras
han perdido todos los caminos;
donde la nieve,
silenciosamente,
ha comenzado a caer.
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