La tristeza te persigue como un perro sin amo.
Estaba tomando café,
mirando la ciudad tras los cristales.
Entró un desconocido
Pidió su café
y también perdió la mirada
en el lado de los paraguas y las sombras.
No nos dirigimos la palabra.
Nos miramos un instante
y apartamos los ojos,
no fueramos a pensar...
Y nunca más nos volvimos a ver.
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