Otra duerme en el lecho
da las vidas sin memoria.
en noches de brisa serena
bajo sábanas planchadas.
Alguien que no desengañó
a la madre ni a la iglesia,
ni a las voces razonables,
con sus dictados pertinentes.
Otra desde el destierro,
desolada me observa.
Adormecida en la eternidad.
Entre la paz de los muertos
y el respeto de los vivos.
Más no pudo ser
ese yo sereno
Esa alma invisible.
Mi sangre reaccionaba
como un animal montaraz,
como un viento impetuoso
como un desbocado caballo
a los caminos ignotos
y a los navios entre la niebla
Hubiese sido dulce
dormir sobre los herbosos prados,
ignorar el rumor las cascadas
y el misterio de la lluvia
Pero esta loca sangre mía,
este corazón tan indómito
Me llevaron siempre
como una hoja
en
la
tempestad.
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